Si cerramos los ojos e imaginamos a un deportista de élite calentando, seguro que visualizamos a un nadador moviendo los brazos en círculos, un futbolista lanzando patadas al aire o un tenista simulando golpes de derecha y revés sin pelota. Estas acciones no se hacen por simple diversión, sino que tienen un objetivo claro: cuidar las articulaciones.
¿Qué significa cuidar las articulaciones?
Resumiendo, significa calentar, lubricar, soltar y mantener el rango de movimiento.
El rango de movimiento o ROM (por sus siglas en inglés) es la amplitud con la que cada persona puede mover sus articulaciones. ¿Y qué son las articulaciones? Son las uniones entre dos o más huesos, como la rodilla, el tobillo o el hombro.
Cada articulación tiene un tipo de movimiento característico. Estos movimientos están descritos en los atlas de anatomía y tienen unos parámetros normales que se miden en grados. Por ejemplo, el codo puede realizar cuatro movimientos:
- Flexión
- Extensión
- Pronación
- Supinación
La extensión completa del codo, con el brazo estirado, es de 0 grados, mientras que la flexión, con el brazo doblado, llega aproximadamente a 80 grados. Lo mismo ocurre con todas las articulaciones del cuerpo.
El problema: la pérdida de movilidad
A lo largo de nuestra vida, los grados de movimiento de nuestras articulaciones tienden a reducirse. Las causas pueden ser múltiples:
✅ Posturas mantenidas durante horas
✅ Falta de actividad física
✅ Lesiones
Con el tiempo, las articulaciones se vuelven más rígidas y dejan de moverse en todo su rango natural. Aquí surge una pregunta lógica:
«Si no soy deportista profesional y no necesito hacer un split, ¿por qué debería preocuparme por la movilidad de mis articulaciones?»
La respuesta: más movilidad, menos dolor
En cierto sentido, podemos vivir sin hacer el espagat. Pero no es tan simple. Las articulaciones están diseñadas para moverse, y cuanto más lo hacen, mejor funcionan. No están formadas solo por huesos, sino también por meniscos, cápsulas y ligamentos, estructuras que necesitan movimiento para cumplir su función correctamente.
Podemos compararlo con aprender un idioma. Si dejamos de practicarlo, poco a poco lo olvidamos. No de inmediato, pero con el tiempo. Lo mismo pasa con las articulaciones: si dejamos de mover el brazo durante años, un día podríamos darnos cuenta de que ya no podemos alcanzar una taza en un estante alto.
Esta falta de movimiento provoca rigidez en los ligamentos y cápsulas articulares. Y cuando estas estructuras se retraen, el movimiento se ve limitado.
Aún así, alguien podría pensar:
«No pasa nada, no necesito levantar el brazo, simplemente uso un taburete.»
Pero hay una consecuencia aún más negativa: la rigidez y la falta de movimiento provocan dolor.
Si no movemos el hombro, tal vez no nos duela. Pero, ¿qué ocurre con articulaciones como la cadera o la espalda? Si la cadera o la rodilla duelen en cada paso, el problema ya no es solo una cuestión de movilidad, sino de calidad de vida. Es en este punto cuando muchas personas terminan necesitando cirugías o prótesis.
Nunca es tarde para empezar
La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para mejorar la movilidad articular. Al igual que mantener un idioma vivo requiere practicarlo de vez en cuando, nuestras articulaciones necesitan movimiento regular para conservarse en buen estado.
💡 La clave está en moverlas en todo su rango de movimiento, de forma suave pero constante.
Si lo hacemos, evitaremos llegar a un punto en el que el dolor nos limite. Y como bien dice una frase en inglés:
👉 Motion is lotion (El movimiento es lubricación).
Mantenernos activos es la mejor manera de prevenir problemas en las articulaciones. Caminar, nadar, practicar yoga o pilates, jugar al tenis o incluso mover los brazos mientras paseamos al perro puede evitar muchas visitas al traumatólogo.
En resumen: el movimiento es la mejor medicina para nuestras articulaciones. ¡A moverse!