Coaching de lesiones

Tiempo de lectura: 3 minutos

Ahora que me estoy acercando a una edad respetable es un buen momento para reflexionar y hacer valoración sobre lo que he estado haciendo en los últimos 25 años. Puedo quedarme pensando 20 minutos, buscar algo relevante o importante, algo que haya marcado una diferencia, pero por muchas vueltas que le de a la cabeza todo se reduce a lo mismo: Ayudar, con mis manos, a gente con dolor. Da lo mismo quien sea, atletas profesionales, niños de 12 años, abuelitas de 85 años… todo es lo mismo. Todos/as buscan un alivio a su dolor y se ponen en mis manos. Al principio me sentía un poco como un impostor. No entendía como hacían caso a lo que les decía, como confiaban en el juicio de un joven de 25 o 30 años. Pero muchos lo hacían y no han parado de hacerlo desde entonces. Ahora ya, años después, cuento con un arma muy importante a mi lado, la experiencia. Ya he tratado 10, 20 o 100 veces la mayoría de las lesiones que pasan por mi consulta. Mientras trato a esos pacientes se me vienen a la cabeza situaciones similares que ya he tratado hace muchos años – “esta es la misma lesión que aquella persona en San Diego”- o -“a esa paciente le vino bien esta forma de tratar la lesión, voy a hacer lo mismo”-. 

También he aprendido a leer a los pacientes, a saber quienes se van a preocupar por curarse o quienes vienen a por el milagro. Esto es muy importante, ya que en función de las características del paciente y su lesión he aprendido a ajustar el tratamiento y, sobre todo, el mensaje que quiero dar. Algunos pacientes se preocupan por hacer ejercicios en casa, por ir al gimnasio, por no jugar al tenis o correr con dolor. Otros nunca llegan a hacer nada, vienen, se tratan y nos vemos la próxima semana. La experiencia es algo muy importante y sin ella es muy difícil ayudar a que a una persona le desaparezca el dolor. 

Aun así en los últimos años ha crecido en mi un sentimiento de frustración. En muchos casos no me quedo satisfecho con el devenir de los pacientes y su dolencia. Siento como que algo falta, como que los tratamientos a veces no son suficientes. Falta un componente más, algo que mejore la probabilidad de curación del paciente y, por ello, después de darle muchas vueltas, he decidido dar un giro profesional para complementar y mejorar lo que vengo haciendo. 

Por lo tanto – redoble de tambores – os presento el nuevo y único servicio de coaching de lesiones. ¿De que se trata? En esencia, se trata de ayudar a pacientes con dolencias crónicas. Normalmente estos pacientes están en una situación de desamparo y no saben por que dirección seguir. Ya han probado muchos tratamientos, han visitado a múltiples médicos y fisioterapeutas. Lo que tienen en común es que, después de meses o años, su dolor sigue ahí.

El primer objetivo es reducir o mejorar el dolor, pero el segundo objetivo, también muy importante, es reducir la ingesta de medicamentos y, sobre todo, evitar las intervenciones quirúrgicas. Consigamos que el cuerpo, con nuestra ayuda, se cure por si solo. 

Tengo la confianza y convicción que todo puede mejorar. Solamente hay que escuchar, hablar y encontrar la solución al problema. Existen infinidad de tratamientos, miles de especialistas, millones de opiniones. El camino a la curación está ahí, solo hay que encontrarlo. El éxito normalmente viene por una combinación de acciones y técnicas. Una intervención, un tratamiento, una cirugía… no suele ser suficiente.

Con este nuevo servicio lo que quiero es ayudar. No solo tratar, cobrar y pasar página, ya sea con éxito o fracaso. Quiero que al paciente le cambie la calidad de vida, que pueda volver a estar sentado sin dolor, a conducir más de 1 hora, a jugar al padel con los amigos o a correr por el campo.

Aparte de mis tratamientos, he seleccionado cuidadosamente una red de profesionales y servicios que nos pueden ayudar a conseguir el objetivo y que complementan perfectamente mis tratamientos.

Todo empieza por una conversación antes de pasar a la acción. Juntos buscaremos la solución.