La noción de que una lesión o dolor se va a curar solamente con un tratamiento no es realista. Toda curación requiere de la colaboración y participación activa por parte del paciente.
“What comes easy won’t last, and what lasts won’t come easy.”
Ntsiki Kacaleni
Tres características negativas del ser humano pueden entrar en juego a la hora de recuperarse de una lesión crónica, ya sea deportiva o postural.
La primera es la pereza, la falta de motivación o simplemente la falta de interés. “Quien algo quiere algo le cuesta”. Esta es una frase que también es aplicable a la recuperación de lesiones. Todo tratamiento tiene que ir acompañado de ejercicios en casa, de una vida sana y de una alimentación correcta. ¡Si quieres curarte tienes que salir de tu zona de confort! Es fundamental que participes activamente, siempre siguiendo unas indicaciones claras, sencillas y que tengan su lógica.
La segunda es la impaciencia. Cada vez más nuestra sociedad está marcada por la inmediatez. Queremos resultados ahora mismo. No estamos acostumbrados a ser constantes, a luchar por algo, a ser obstinados; y la recuperación de una lesión crónica necesita justo eso, obstinación y testarudez. Hay que trabajar día a día aunque los resultados positivos no sean visibles o notables al principio, ya que, tarde o temprano, llegarán.
Para toda recuperación el paciente se tiene que involucrar. No existe otra forma: trabajo y constancia. Como tampoco existen los tratamientos mágicos. Esta es la tercera ansiedad negativa del ser humano: La búsqueda del milagro. Actualmente no existe en el mundo ninguna inyección, cirugía, pastilla, manipulación, masaje… que cure una lesión crónica en una o varias sesiones y sin la colaboración del paciente. La responsabilidad de la recuperación tiene que ser compartida, por el terapeuta con su tratamiento por un lado y por el trabajo del paciente por otro. Hay que desconfiar de aquellos que nos quieren vender un tratamiento milagroso y confiar más en aquel terapeuta que nos explique la situación, nos de confianza y nos acompañe en el duro camino de la recuperación.
Por otro lado hay una característica del ser humano que casi siempre vence a todo lo negativo y no es otra que la persistencia. Quizás no a la primera, pero con el tiempo, el paciente va a identificar a quien realmente quiere ayudarle o el tratamiento que realmente le va a ayudar. Es aquí donde se produce la magia y no en las inyecciones o cirugías. Es la voluntad del paciente por curarse y, por qué no, su cabezonería, lo que va a marcar la diferencia. El tratamiento tiene que ser el empujón inicial que hace rodar al tren, pero lo que realmente consigue que el viaje llegue a su destino, a la curación, va a ser el trabajo diario y la colaboración por parte del paciente.