El hombro congelado es un término muy apropiado para describir esta lesión. Las personas que padecen de esta patología sienten como si su hombro se hubiese enquistado, paralizado, apelmazado… Tal vez si solo fuese éste el problema, no sería una lesión tan invalidante. A estas limitaciones hay que sumarles las molestias constantes, el dolor al dormir y el dolor al mover el brazo, sobre todo por encima de la cabeza.
Médicamente el hombro congelado también es llamado capsulitis adhesiva. No es raro ver a personas de mediana edad con este dolor, incluso sin practicar deporte habitualmente. Esta lesión aparece por capricho, a veces tiene un comienzo claro, debido a una caída o lesión pero, en otras ocasiones, simplemente aparece. En definitiva es un problema realmente desafiante ya que no es solamente doloroso, si no que produce una discapacidad en el paciente con el consecuente detrimento de su calidad de vida.
Desde el punto de vista médico no es menos complicado. El debate es continuo sobre su diagnóstico, su clasificación, incluso qué nombre darle. Tampoco hay consenso en las opciones de tratamiento. ¿No se debe hacer nada, dejar que la naturaleza siga su curso? ¿Hay movilizar con dolor, sin dolor, tratarlo, no tratarlo o simplemente supervisar la evolución?
Si hacemos un rápido repaso a algunos estudios, en la población general la incidencia está entre el 2 % y 5 % y es más común en mujeres entre 40 y 60 años de edad. Si nos centramos en los estudios de calidad, describen consistentemente los altos niveles de dolor y discapacidad que sufren los pacientes y el profundo efecto que tienen en su calidad de vida. A menudo tienen una recuperación prolongada, si realmente se recuperan por completo, y hay muchas dudas sobre cuáles son las mejores opciones de tratamiento.
Se puede decir que la historia del hombro congelado ha sido un desafío desde hace siglos. Codman, en 1934, describe como el hombro congelado es una condición «difícil de definir, difícil de tratar y difícil de explicar desde el punto de vista de la patología». ¿Ha habido algún progreso desde 1934? Puede que alguno, pero desafortunadamente todavía no entendemos completamente por qué el hombro congelado sucede.
Podemos ahora lanzar una reflexión: ¿Por qué los monos y los simios no sufren de hombro congelado? ¿Qué podemos aprender de la naturaleza? ¿Será por que no paran de mover los brazos?
Por mi experiencia, en esta reflexión encontramos una buena respuesta a los orígenes y causas de tener un hombro congelado. Esta es la teoría del estrés oxidativo que se crea en toda la articulación del hombro por poco uso. Pero esto es solo una teoría. Otras abogan por una predisposición genética, una respuesta inmune del cuerpo, una inflamación metabólica, hormonal o, incluso, la diabetes. Por lo tanto la causa no la sabemos, tampoco nos importa mucho en esta lesión. Lo que nos importa es la solución. Se habla de una curación entre 4 meses y 2 años.¿Qué influye en que sean 4 meses o 2 años? A mi entender el trabajo de fisioterapia y ejercicios diarios que hagamos en casa. El simple reposo no mejora la lesión. Hay que movilizar, lubricar, calentar, ejercitar, masajear el hombro siempre que se pueda. Esta es, en mi opinión, la solución al hombro congelado. Pero hay que tener en cuenta que, aun en el mejor de los casos, la curación de un hombro congelado siempre va a ser lenta y progresiva. ¡Los milagros no existes!