La importancia de «lo que se dice y cómo lo dice el fisioterapeuta»
Algo que no te enseñan en la universidad de Fisioterapia, y que perfectamente podría ser una asignatura con un gran valor, es la manera de comunicarse con los pacientes: “Lo que se dice y cómo se dice”. Porque no se trata solo de transmitir un mensaje, sino de ese componente intangible que también se comunica: la confianza, la seguridad y el entendimiento.
Todos, tanto pacientes como fisioterapeutas, estarán de acuerdo en que no es lo mismo decir: “Tu lesión se curará con este tratamiento”, que: “No estoy seguro de cómo se va a curar tu lesión, pero tal vez podríamos intentar este tratamiento”.
Un mensaje claro, directo y lleno de confianza marca toda la diferencia. Es una habilidad que no solo mejora la experiencia del paciente, sino también los resultados del tratamiento.
Hasta este punto, todo lo descrito parece lógico e intuitivo, sin dar lugar a dudas. Si logras transmitir confianza, el paciente se sentirá más seguro. Por supuesto, esa confianza debe estar respaldada por hechos. Sin embargo, tarde o temprano, la realidad llega, y esta, como fisioterapeuta, se encarga de ponerte en tu lugar. Con el tiempo, acumulas éxitos y fracasos: algunos triunfos que parecen casi inexplicables y fracasos que simplemente no veías venir.
Curiosamente, son los éxitos los que más suelen resonar. En reuniones, cenas o conversaciones sobre deporte, dolores o bienestar, siempre hay alguien que conoce a alguien —por lo general, un amigo o familiar— que se curó milagrosamente en una sola sesión. Y siempre surge la figura de ese terapeuta que parece estar en otro nivel, como si hubiera descifrado el código y estuviera un paso por delante de todos los demás.
La verdad es que, como fisioterapeutas, en algún momento todos hemos estado en ambos extremos de la balanza: en el del «obrador de milagros» y en el del «qué pérdida de tiempo y dinero». La realidad de nuestra profesión nos recuerda continuamente lo compleja y profundamente humana que es.
Por lo tanto, es crucial elegir bien las palabras. Justo el otro día, mientras navegaba por Facebook, me encontré con la página de una clínica en Madrid. No mencionaré el nombre de la clínica, pero diré que el director o la persona visible es un fisioterapeuta aparentemente exitoso, y que la clínica está situada en una zona «privilegiada» de Madrid.
Lo curioso es que esta clínica acaba de adquirir un nuevo dispositivo terapéutico llamado Bomba Diamagnética. Personalmente, es la primera vez que escucho sobre esta terapia, lo cual no me sorprende, ya que cada año surgen aparatos novedosos. Sin embargo, lo que realmente llamó mi atención —y de manera negativa— no fue el hecho de que la máquina parezca excelente y esté diseñada para tratar lesiones en general, algo que es bastante común. Al final, se trata de vender, y para eso están los equipos de marketing.
Lo que realmente me sorprendió fue la forma en que la clínica se publicitaba y los comentarios en sus publicaciones, utilizando expresiones como:
- «La mejor clínica de fisioterapia de Madrid».
- «Aceleración a la mitad del tiempo de recuperación de otras clínicas”.
Veamos, ¿cuál es realmente su objetivo? ¿Promocionar algo superficial como si fueran relojes de lujo? ¿U ofrecer un verdadero valor en sus servicios? Además, ¿con qué criterios se determina cuál es la mejor clínica de fisioterapia de Madrid? Todo esto resulta, como mínimo, cuestionable.
Luego, uno de sus empleados escribió una frase que ya fue el colmo:
- Las hernias discales se reabsorben con la bomba diamagnética. Es el futuro y da muy buenos resultados.
Supongo, y quiero creer, que la persona detrás de este comentario no es un fisioterapeuta, sino alguien más joven a quien se le ha delegado la tarea de gestionar las redes sociales, quizá un especialista en marketing digital o incluso un familiar cercano. Ningún fisioterapeuta con experiencia haría una afirmación de ese tipo, a menos que su único objetivo fuera vender tratamientos. Es como asegurar: «Este coche te durará 10 años sin ningún problema». No podemos garantizar algo que no sabemos con certeza. Este tipo de mensajes son un claro ejemplo de publicidad engañosa y deberían evitarse.
Recomiendo a los pacientes que no se dejen llevar por promesas que puedan parecer excesivamente convincentes. En el ámbito de la salud, no es posible garantizar resultados con total certeza. Es importante tener en cuenta que cada caso es único y que, aunque algunas soluciones puedan ofrecer alivio temporal, no siempre abordan la causa subyacente del problema.
Hoy en día, podemos beneficiarnos de herramientas como la inteligencia artificial, que nos permiten acceder a información precisa. Por ejemplo, al consultar sobre la reabsorción de las hernias discales, encontramos que no existe suficiente evidencia científica que demuestre que ciertos tratamientos, como la bomba diamagnética, contribuyan directamente a la reabsorción. Aunque puede aliviar el dolor y la inflamación, no está comprobado que solucione el problema de raíz, aunque sus beneficios puedan mejorar la calidad de vida y complementar otras terapias.
Como terapeuta, cuando hablamos de tratamientos, es fundamental proceder con cautela y elegir cuidadosamente las palabras. Es preferible utilizar frases como: «Si lo tratamos adecuadamente, si realizas los ejercicios indicados y si evitas agravar la lesión (por ejemplo, evitando movimientos bruscos o excesos), tendrás buenas probabilidades de recuperarte».
La siguiente pregunta habitual de los pacientes suele ser: «¿En cuánto tiempo?» Una respuesta razonable podría ser: «Entre 4 y 6 semanas», dependiendo del caso, por poner un ejemplo. Ir más allá de esto supone generar expectativas poco realistas y jugar con las ilusiones del paciente, quien, de manera natural, tiende a esperar resultados rápidos.
Incluso los cirujanos más renombrados y exitosos se enfrentan a fracasos. ¿Quién le habría dicho a mi paciente de 16 años que, apenas ocho meses después de su primera operación, volvería a romperse el ligamento cruzado de su rodilla? Esto, a pesar de que los médicos suelen afirmar que un ligamento cruzado bien operado rara vez se rompe de nuevo.
Por esta razón, un fisioterapeuta debe ser siempre cuidadoso con sus palabras, utilizando expresiones como:
- Si todo va bien.
- Si no ocurre ningún contratiempo.
- En la mayoría de los casos.
- Por mi experiencia.
- En casos similares que he tratado en el pasado.
Este enfoque no solo ayuda a gestionar las expectativas del paciente, sino que también refuerza la comunicación abierta y realista entre el profesional y el paciente.
Con mis pacientes, suelo concluir diciendo que la curación de una lesión es responsabilidad compartida entre el paciente y el terapeuta, en igual medida. El terapeuta orienta y ofrece las herramientas necesarias, ya sea a través de técnicas, ejercicios o recomendaciones, pero es el paciente quien debe comprometerse, seguir el plan de tratamiento y aplicar lo aprendido. La colaboración activa de ambos es fundamental para lograr una recuperación efectiva y duradera, ya que el proceso de curación no depende exclusivamente de lo que se realice en la consulta, sino de la constancia y el esfuerzo diario que el paciente dedique a su propio bienestar.